Nº. Cinco. Septiembre 2015








Entradilla

Porfía con las letras

“Saquespeare” que se pronunciaría  en castellano como, cuenta la anécdota,  dijo en su día el bueno de Delibes para llamar la atención sobre el cuidado de la lengua propia.

Williams Shakespeare… --aunque soy más de  Cervantes--  por la estantería de mi salón anda una edición de lujo con algunas de sus obras, qué menos para guardar hermosas palabras que una cubierta de cuero con rebordes de oro. A su lado, como no podía ser de otro modo, Don Quijote.

 “Ser o no ser”, dilema del que no se suele pasar…




Ser y no ser,
sin estar donde quisiera estar.

Estar y no estar,
sin ser lo que quisiera ser.

Se hace la noche
y mis neuronas reverdecen
palabrejas nuevas, de tan viejas,
olvidadas sin ser pendejas.
Corona mi cerebro un anhelo
escuchar en sus besos
palabras francas de seso
presas en manos de la pasión
do la lengua sangra al decir
los sentires del alma.

¡Oh, sagrado dilema,
es este sistema de lindes
comprimiendo los decires
con los modernos lemas
sobrados de paja,
faltos de grano!
Y no me salen las cuentas,
unas veces alargo la faena
otras acorto la jornada
con las “pautas” del alma.

Ser que, dicen, te tienen que dar
y estar que te deben permitir.
No espero regalo
ni nadie manda mi desbarro,
no soy esclavo
y si dueño de mi ser y mi estar
que puede no sea el mejor
y pobre de prebendas me vean
mas mis palabras quedan en vela
aguardando las acaricie mi alma.

Porfía no puede haber
cuando se ama cada letra
del índice que me asienta
en el Ser palabras ciertas,
que van y vienen al albedrio
de la cadencia de sus bienes
y fieles siempre aparecen:
Felices o escupiendo hieles.
Tomo cada una como es
y cada una color de mi alma.

Que no tienen precio mis letras,
no hay zoco donde hay palabra
vestida del sentimiento honrado
que la templa antes de casarla
con la sencillez de la humildad
del saber que no se es sin estar
en la mudez que arropa el viento
con el contento de lo bien hecho;
el cuerpo puede estar maltrecho
mas al espíritu le canta el alma.

Miguel Ángel S. L. (Ángel Saguar)








Pablo Bianco













 


Romance entre colores y entretelas





Ahora sé con certeza que,
aquél día vacacional,
el azar conmigo jugó
al esconder
por una clara razón
y más…estando
a tan corta distancia de ella;
haciendo que me adentrase
en la calle Juan de Berrueta
de fachadas alzadas
piedra a piedra
y de calzada enlosada
piedra con piedra.

Mi instinto
(curioso de natural)
por el entorno se dejó llevar
y por una extraña
y persistente corazonada
queriendo mostrarme algo…

Era mediodía
cuando el autocar en el que viajaba,
entraba a la ciudad de Sangüesa,
Navarra,
cumpliendo el conductor
con su obligado descanso.

Viajar, fue decisión de última hora,
a la desesperada-diría yo-
y con la maleta a medio llenar
partí contenta, como avecilla del parque,
desde el Sur
hacia al norte de España
y Sangüesa iba incluida
en la ruta, siendo de interés cultural
y además…bonita de callejear;
como también es, desde antaño,
paso de peregrinos camino de Santiago.
El guía subió al autobús en Madrid,
hombre de trato amable, atractivo
y con un acento refinado
para mi oído andaluz.
El viaje en su compañía ganó,
muy mucho, por su locuacidad.
Nos adelantó
cómo íbamos a visitar Sangüesa.

Con naturalidad
y entusiasmo profesional
nos llevó frente a una iglesia,
maravilla románica,
dándonos todo tipo de explicaciones
y pormenores del magnífico
y extraño pórtico
que teníamos ante nuestros ojos.

Silencio y expectación
ante la iglesia
de Santa María la Real.

Mas mi atención saltaba
entre el arte que escuchaba
y la tentadora bocacalle
que no muy lejana avistaba…

Con disimulo, respeto
y una vana excusa
al oído de mi compañera de asiento,
me despegué del grupo
obviando la historia, el siglo, el estilo
y todo lo demás… interesante, sin duda…
mas doblé la esquina
de la calle antojadiza
como si algo imperioso,
algo afín,
empujara mis pasos…

No fueron muchos los que di
cuando tropecé
con una singular bicicleta
vestida de flecos de papel
portando un cajón blanco
rebosante de plantas verdes.

Y pensé en los duros inviernos…
tal vez, su dueña, siendo mañosa,
la abrigara con lana de colores
tricotada por ella
-me dije lastimera…-

Aquella era la razón,
la bicicleta era el reclamo perfecto
dando la bienvenida
a la entrada de su tienda,
abriendo paso a un cálido
ambiente de fantasía artesanal.
Atraía su luz,
invitaba a pasar al interior
Y no me resistí…
me adentré en el mundo de la imaginación,
el de ella, el de Elena
hilvanando arte en colores
con retazos de telas y cuero.
Exclusiva geometría
de sus manos.

El rótulo, la reseña
que conjunta en su universo,  :
“ Elena Carlos…lo que yo hago…”

Y en pleno encantamiento,
las campanas de Santa María
repicaron como un aviso
y dando un respingo…
Corrí, o… ¿fue volar?
con la premura de llegar
a tiempo de retomar
el viaje.
Sin resuello
me dejé caer en mi asiento
y me vi una hebra de hilo
enredada por la blusa
y los vaqueros…sonreí…
siendo cómplice
del gusto por la fantasía,
por crear imaginando,
por dar alas con puntadas
a las cometas
en las tardes de viento…
“Durmiendo poco…soñando mucho”.


Ángeles Zurita








“QuieroMolarte”

Cuelga sus telas
en las calles de Sangüesa
(Navarra)








Sin pretensiones




Nos acercamos
dentro el uno del otro,
sin mucho ruido, lentamente,
como se cocina un buen puchero,
de los de antes, sin prisa
acariciando tú presencia,
respirando el mismo viento,
besando tus palabras,
queriendo las vivencias contadas,
atrapando los recuerdos,
y raptando a los míos
amando los silencios,
que protagonizan a nuestra respiración,
faltando el aire si tú no estás cerca,
y lo agita si estás...

Sin pretensiones,
poco a poco
te apoderaste de mi sentir,
robándole la calma al deseo,
que cada vez se encendía
con sólo una mirada tuya,
despertaba en un sueño
olvidado de antaño,
y nos regalamos una vida
juntos hasta la eternidad.

Margarita Cruz

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Cazador







Ven a mis puertas
Acércate a mí atrapa sueños
Aquí nada tendrá dueño
Se disolverán los recuerdos
Y sólo será amor eterno
El que fundirá nuestros cuerpos
Viajando mar adentro
Sin separar tierras
Sin recorrer tinieblas
Solo se fundirán nuestros labios
En un concierto de luz
En un carnaval de armonía
Donde se encontraran a solas
Por primera vez
Tu paz y la mía
Acariciando yo tu alma
Y tú la mía.

Ya deje de buscar Arcas perdidas
Ya deje de seguir Arco Iris
Sólo sigo los sonidos
De mis vientos
De mis silencios
De mis tiempos
De mis pensamientos
De mis sentimientos
Y dejo que mis emociones
Suenen como viejas canciones
Dentro de mí
Y de todo lo que tengo ahí
Para dejarlo salir
Y cuando salga espero
Estés allí
Atrapada por este sueño

Soy un cazador
Con temple de Rey
Tengo mi ley
Soy un guerrero de luz
Que se aleja de la oscuridad
Que se aleja
De todo mal
Que cruzaría otra vez el mar
Para en tus brazos descansar
Para en tu pecho renacer
Y soporto la cruz de saber
Que ya jamás en esta vida
Nos volvamos a ver

Pues me alejo de los pájaros negros
De las damas de negro
De los corazones de hierro
Solo si tú vienes a mis puertas
Podré iluminarte
Yo en tu oscuridad jamás
Volveré a pararme
Aunque eso signifique
Jamás volver a amarte.

Claudio Córdoba
Argentina

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Amanece tras el Larrun. Por Isidro Etxeberria.



Gallo o Gallina


Hoy sale el sol entre brumas, en las calles mojadas, en los charcos, sobre los tejados brillantes. Hoy sale el sol, pero solo lo sé porque me llega su luz, porque me llegan, desde más allá de mi ventana, los verdes de los bosques, los tenues colores del mundo. Y el cielo gris, y las farolas lustrosas, aun encendidas y los tonos fríos de un amanecer sin convicción; casi sin fe.

Hoy sale el sol, también hoy. Y por eso el gallo canta más fuerte que nunca. Para que no se te olvide. Quizá él ve más allá de las nubes. Quizá alguien le cuenta las cosas que pasan en las alturas del mundo. Los gallos saben mucho de alboradas. Quijote madrugador, cantamañanas, ingenuo galán y paladín de todas las auroras.

Sacaremos el sol, pero deja que descansen los sueños un poco más. Deja que se beba el mundo el sudor de las nubes grises. Y deja que agosto dormite un rato más, para que nada se agoste aún. Ni los prados, ni los ríos, ni los bosques ni tampoco tu mirada. Cuatro días de agosto. Todos veraneando; todos menos las nubes, menos el gallo, menos mi afán y mi esperanza; menos tu mirada asombrada. Todos veraneando menos el sol, aunque se esconda.

Alguien dijo alguna vez:
“Hay dos superpotencias en el mundo. Una es Estados Unidos. La otra eres tú.”
Y se lo aprendió muy bien el gallo, y por eso se cree Emperador de las Amanecidas, sin ejército y sin trono, sin fatiga. Rodeado de sus gallinas, tan dormilonas, tan descreídas, tan posibilistas, tan razonables… tan sensatas.
A veces gallo, a veces gallina, mis entrañas aun no han decidido que ropa ponerse hoy; como el cielo. Y ahí me encuentra el día, con la mirada perdida en el interior del armario de la ropa, con los ojos aun llorosos de tanto soñar, sin saber muy bien, ni yo ni el sol, que traje ponernos.

Por de pronto me calzaré las botas de andar por los bosques. Gallo o gallina, eso siempre es apostar sobre seguro.


Juan Goñi









¿Y si no te vuelvo a ver?...





Robaste mi razón, sin acercarte.
Fingiste sin motivos, ni medida,
sin vuelta atrás, amor y suspendida
promesas de pasión, quise esperarte.

No hay día que no llegue a recordarte,
todas las noches me sentí querida.
Un sin fin de promesas incumplidas
amar, querer, besar y desearte.

No existe vuelta atrás en mi camino,
mi soledad me apremia y consigue
un alma silenciosa en mi destino.

No existe amor, dolor que se mitigue
a base de tu olvido y el desatino.
Envuelta en mi dolor, tú me persigues.


Carmen Rodríguez

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Sin poder





Sin poder escribir
una palabra que no
me recuerde tu nombre
hoy estoy aquí desechando
lagrimas olvidadas,
sin poder mirarte a los ojos
hoy nubla mi vista, el
recuerdo venidero que
da sentido, a mis ganas
sin poder escuchar tu nombre
busco el sonido del viento,
en él el susurro del tiempo
arrastrando mis penas de
un lugar a otro.

Sin poder, esquivo las
piedras que dejaste en tu
camino, no consigo tropezar
es muy largo el destino,
esto ya lo he vivido,
sin poder olvidarte paso
las horas y las convierto
en mi enemiga y aunque
mi alma muera de pena
no iré a buscarte, en las
noches seguiré soñando,
que algún día te arrepentirás.

Mira una vez más mis ojos,
en ellos están las palabras
que gritan mis lagrimas, los versos
que dicta mi alma, el resumen
de lo que escribe mi corazón,
para convertirlo en el último
poema que llevara tu nombre
como firma de autor,
sin poder intento despertar
tus instintos íntimos que me llaman,
como si me extrañaras en las
mañanas, y despertaras en las noches
desvelando tus ilusiones,
sin poder comprender que pasa
me iré despidiendo a paso lento
por el desierto, pisando las huellas
que me llevan a ti sin poder
alcanzarte en un solo intento.

VanePalacio
Agosto2015
BuenosAiresArgentina


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Yo También vivo y siento…


Infaustos designios de la existencia
que provocan tanto abatimiento
sobrellevan inicuas situaciones
que perturban y destrozan ansiedades.

Trastornos genéticos, distintos cromosomas
porqué esa incomprensible desigualdad ?
es parte de las profundas iniquidades
que no nos es posible remediar.

Pero... dejemos que el niño hable
que exprese realmente sus vivencias
que observe a su alrededor y concluya:
porque mi vida ha de ser como la tuya !

"He nacido así... distinto
mi madre confundiendo las angustias...
diferentes mis ojitos, mis manitas más gordas
mis labios y mi cara son distintos !

"Llora mi mamá... me miran todos
como diciendo con que pena has nacido !
sin embargo, no tengo maldad, jugaré y correré
cantaré, reiré y aprenderé como los demás !

"Quiero regocijarme con mis seres queridos
llegaré a adulto y podré ser sociable...
ayúdenme a guiar mi estrella
porque... yo también vivo y siento...!



Víctor Carlos Calcagno






 

Toro de fuego
Pintura acrílica sobre papel
1,17 x 1,24 cm




Mary Carmen Vidondo



 

 
El toro de fuego o vaca loca es un armazón metálico, que imita la forma de un toro, sobre cuyo espinazo se coloca un bastidor con elementos pirotécnicos. Muy utilizado en festejos de pueblos de España.



Es transportado por una persona, que tras encender una mecha, corre persiguiendo a la gente asustándoles con las chispas que van soltando sus diferentes elementos pirotécnicos.



 El bastidor suele contar con: Surtidores: pieza de fuego fijo que consiste en un tubo cargado con una composición de pólvora prensada y produce el efecto de un chorro de fuego. Cohetes carretilla (borrachos, encorreviejas o buscapiés): pieza de fuego que corre por el suelo echando chispas, pero sin estallar.



Rueda: pieza de fuego fijo, en forma de rueda, en la que se disponen varios cartuchos que al soltar chispas de colores impulsan la rueda en una dirección haciendo círculos. Cañones: cartuchos que expulsan pequeños cohetes de colores hacia arriba.



Mary Carmen Vidondo







 
El eco insistente…





Desnuda mi memoria, queda del abismo.
Derrumbada en la humedad de esta mañana
que se acerca al invierno, infernal ismo.
Resbalan las palabras en la llanura que perdura
en una inestabilidad perenne de altruismo.
Y el eco resuena ya insistente por si mismo.
La vida irresponsablemente mía. VIDA.



Se agita por hacer sin entenderse. Dolida.
Porqué puedo sentir las espigas que calcinan
hundidas en la era de mi carne sin más suerte,
y exhalar el humo de mis brasas, insistentes
al notar el aguijón del Escorpión, dolor hiriente,
veneno disfrazado de palabras. Que hombre asiente.



Y el eco de la voz siega el sentido y el sonido
y llegó a confundirme en los reflejos del espejo
con un cuadro pintado, de mil dibujos viejos.
La esperanza es un tren a la deriva que declina
con su eterno deslizar inexistente que desciende
por el drenaje contingente del futuro, inexistente.

Y empeñada en cambiar de rumbo el mundo.
Escribo en metódica lograda ya profundo.
Como un abecedario sin vocales, va sin rumbo.
Mientras voy contando aberturas de penumbra
por las verdes praderas que se esfuman.
Traigo los bolsillos manchados de poemas
cargados del eco del pasado negándome a dar luz.

Y hablan de ti, de mi, de él, de todo el mundo,
de este estado dudoso que me quiebra,
de este espacio de tiempo crepitante,
de esta sombra perfecta que me engulle,
Y el eco me resuena; Pero eso ya no importa.

No importa porque el miedo, gano a la vida
con la aguja del traje creado a la medida
la piel que me taladra, me provoca
que mis manos escriban como locas,
se encuentran en plena fase de metástasis.
Oyendo el eco persistente, que reclama
la voz que retorne una nueva primavera.

Lo cierto es que la vida me detona sin sentido
y mi presente se vuelve aire de clavos. Molidos,
aceptando injusticias revestidas de verdades.
Viendo el mundo fundirse en blandos arenales.
Pero vuelvo al principio. Y mis letras
de palabras que me arden en los dedos.
Rebuscando ellas salir apresuradas
y no sé exactamente lo que buscan.
Quizás tal vez, ni sea, tan solo nada.

Pero el eco me reprime y mi cuerpo las asume
y es por eso que escribo, como dije,
a veces con convulsión irresponsable.
Uno se mira y nota que los ojos le mienten,
y no sucede siempre, pero pasa. Es presente…
Aviso a poetas y con esto, y ya termino…

Que el eco es la voz de la conciencia.
La palabra dormida en la decencia.
La mano del hombre con paciencia.
La era de la vida en complacencia.

Y son estos versos tristes solo una pesadilla,
que habita la verdad de mi locura, sin cordura
pero que siempre ven amanecer. El sol que brilla
y a Dios le imploro por ese mundo que perdura.
Diciéndole resiste. Y busca tú propia maravilla...


Copyright © - Francis Falcón--



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Murmullos alados

en la Nebulosa de la mirada.

Coralíferas manadas.

Sal evaporada

cristalino montón de reflejos

confusión en la masa,

cansada, reposa en el pedernal

y no descansa
plumas de colores en los odres;
barro sólo barro
vacios de aire sutiles aroman.
No queda tiempo en las horas
que fútiles corren los calores de los colores:
verde la hiedra,
seca la hierba,
paja dorada enrollada donde canta la cigarra,
vendimian las manos el jugo que embriaga los cantos
de las sirenas fuera del agua.
Plumas de cisne
y el canto de los gallos alerta a la campana;
campos de estopa abrillantando la oscuridad del suelo,
vuelos rasos de palomas sin palomar,
puntualidad de las vías en los cañamares.
Fuentes de aguas circulares,
el sol y su justicia
dorando los soportes y las pistas,
largas escaleras,
eternas cuestas,
destierro de funestas ideas.
Allí anidaba la cigüeña por primavera.
Giraba la noria.
El agua hacia manta.
Campesino sin tierra, jardinero sin jardín,
cuidaban la tierra, mimaban las flores
que los otros cortaban.
¿Quién te llama tan de mañana?
La madrugada.
Siete cuentas
multiplican las veces sobre una estera,
apuestas por una vela,
pierdes, el fracaso llevas en las venas.
¿Cuándo será el día libre de rutina?
Cadenas oxidadas manchando las piedras de la entrada.
Vigilan las estatuas de mármol,
capa y espada en la mano.
Paleta y pincel en la tela del viento,
trazos sin esfuerzo.
¿De qué tiempos serán las notas en la fachada?
No suena el teléfono.
Se encienden las farolas,
el crepúsculo cubre todo de sombras alargadas,
fantasmas imaginarios
entre el murmullo de los arboles
y el rey de los mares impertérrito se apoya en su bastón…






Miguel Ángel S. L. (Ángel Saguar)

 







Carmen Pinilla

y el alabastro

 












confiar.

(Del lat. *confidāre, por confidĕre).

1. tr. Encargar o poner al cuidado de alguien algún negocio u otra cosa.
2. tr. Depositar en alguien, sin más seguridad que la buena fe y la opinión que de él se tiene, la hacienda, el secreto o cualquier otra cosa. U. t. c. prnl.
3. tr. Dar esperanza a alguien de que conseguirá lo que desea.
4. intr. Esperar con firmeza y seguridad. U. t. c. prnl.

MORF. conjug. c. enviar.



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Sedoka



Composición poética japonesa

formada por dos waca

(5-7-7 ; 5-7-7)















Toledo - Batres (Madrid)

 
Castillo de San Servando y Palacio de Galiana (Toledo)

 
RIMA XXX

Asomaba a sus ojos una lágrima
y a mi labio una frase de perdón;
habló el orgullo y se enjugó su llanto,
y la frase en mis labios expiró.

Yo voy por un camino; ella, por otro;
pero, al pensar en nuestro mutuo amor,
yo digo aún: —¿Por qué callé aquel día?
Y ella dirá: —¿Por qué no lloré yo?


Gustavo Adolfo Bécquer


Castillo de Batres (Madrid)





Cuando me paro a contemplar mi estado

y a ver los pasos por dó me ha traído,

hallo, según por do anduve perdido,

que a mayor mal pudiera haber llegado;


mas cuando del camino estoy olvidado,
a tanto mal no sé por dó he venido:
sé que me acabo, y mas he yo sentido
ver acabar conmigo mi cuidado.

Yo acabaré, que me entregué sin arte
a quien sabrá perderme y acabarme,
si quisiere, y aun sabrá querello:

que pues mi voluntad puede matarme,
la suya, que no es tanto de mi parte,
pudiendo, ¿qué hará sino hacello?

Garcilaso de la Vega










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Elaboración y contenido

Mary Carmen Vidondo
Miguel Ángel S. L.


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Edición y formato

@ Miguel Ángel S. L. (Ángel Saguar)


 




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